El primer concepto que tenemos que conocer para entender las distintas manifestaciones de la fuerza humana sería el de fuerza absoluta.
La fuerza absoluta representa el potencial máximo de una persona para producir fuerza en base a las características de su aparato locomotor. Es muy difícil que el individuo pueda desarrollar este nivel de fuerza en circunstancias convencionales de entrenamiento o competición, y de hecho solo se manifiesta en situaciones límites o de supervivencia para la persona.
Para que se manifieste en situaciones convencionales de entrenamiento o competición habría que recurrir a ciertas medidas externas como la hipnosis, los fármacos, la electroestimulación, … para conseguir que el deportista manifieste su máximo nivel de fuerza absoluta.
Al marcar los límites absolutos de fuerza del individuo, su nivel máximo depende de la constitución de la musculatura de la persona en cuestión, es decir de la sección transversal de la musculatura implicada y de la composición de fibras FT y ST que presente.
Sin llegar a recurrir a situaciones límite se puede calcular el nivel de fuerza absoluta de un individuo si utilizamos pruebas de fuerza excéntrica o prácticas de electroestimulación.
En cualquier caso, no hay que olvidar que toda situación que obligue al individuo a manifestar su máximo nivel de fuerza absoluta, estaría llegando no solo al aparato locomotor, sino a todo el organismo al límite, de ahí que el riesgo de lesión sea muy elevado.
Como se suele decir, “el cuerpo es muy sabio”, y si en circunstancias naturales es muy difícil que se manifieste esta capacidad, probablemente tenga que ver con los mecanismos naturales de autoprotección del organismo.
De este modo, queda claro que en términos generales al hablar de fuerza absoluta nos estamos refiriendo a un concepto teórico, que marca el techo o límite de nuestra capacidad para producir fuerza, y en este sentido, toda aplicación de fuerza que hagamos en el entrenamiento va a representar casi siempre un porcentaje de esta capacidad.
Cuando queremos referirnos al máximo nivel de fuerza que nuestro sistema neuromuscular va a conseguir alcanzar realizando una contracción voluntaria máxima, vamos a utilizar el concepto de fuerza máxima.
La fuerza máxima que el individuo va a poder manifestar en la práctica siempre va a ser inferior al nivel de fuerza absoluta, siendo esta diferencia la reserva de fuerza que se puede movilizar en situaciones de supervivencia.
Esta diferencia, que se conoce con el nombre de déficit de fuerza puede reducirse con el entrenamiento, pudiendo pasar del 30% de las personas desentrenadas al 5-10% de los deportistas experimentados.
Se entiende por ello que gracias al entrenamiento, podemos acercarnos aumentar nuestro rendimiento de fuerza y con ello aproximarnos al límite de nuestra fuerza absoluta, pero sin llegar a alcanzarla nunca.
Este déficit se puede valorar si comparamos los resultados de las pruebas de electroestimulación o defuerza excéntrica que comentábamos antes, con los resultados de una prueba de fuerza isométrica.
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